El fin de semana del 6 al 7 de febrero fui con dos sobrinos míos (Daniel y Pablo) a subir La Atalaya. Para Pablo era su primera experiencia en alta montaña invernal y su primer tres mil. A Daniel ya lo había llevado otras veces. El sábado por la mañana llegamos en coche hasta Huejar-Sierra, desde donde sale una pista forestal (en un principio hormigonada), que lleva hasta la Loma de Papeles. En esta ocasión, a pesar de la cantidad de nieve que había, pudimos llegar con el coche hasta la cadena, que marca el final de la pista. Desde aquí, ya andando, subimos hasta el Refugio de Peña Partida, un refugio pequeñito sin guarda, pero que sirve para pasar la noche. Aquí dejamos los sacos y algunas cosas más y dimos un paseo hasta los Lavaderos de la Reina, que estaban impresionantes de nieve. La noche fue preciosa y no me pude resistir a hacer algunas fotos de las estrellas, con un trípode pequeñito que llevaba para la ocasión. Al día siguiente amaneció un poco nublado y con viento, lo que aumentaba la sensación térmica de frío, pero no nos impidió hacer la cumbre. Para subir a La Atalaya hay que hacer una travesía hasta el Collado de la Buitrera, con bastante pendiente. La nieve en este paso estaba helada, de manera que los crámpones casi no clavaban. Fue una muy buena experiencia para Pablo, que, a pesar de tener 15 años, se portó como un campeón. A la vuelta comimos algo en el refugio y continuamos hasta el coche, donde llegamos casi de noche, después de haber presenciado un precioso atardecer por el camino.
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